viernes, 6 de mayo de 2011

Fuentespina (Burgos). Ermita del Padre Eterno.


La ermita de la Santisima Trinidad, también conocida como santuario del Padre Eterno, se sitúa a un kilometro al Oeste de la villa de Fuentespina, y constituye un centro devocional de arraigada tradición en la Ribera del Duero.

Fué esa devoción la que llevó a los habitantes de Fuentespina, en 1719, a plantearse el ambicioso proyecto de su construcción, costeando gracias al esfuerzo de todo el pueblo. A ello contribuyó la favorable situación socio-económica del momento, en torno a los siglos XVII-XVIII, debido a la revalorización de las rentas agricolas, asi como al desarrollo del viñedo,  principal orientación productivo de la villa.

Se Sabe que desde el siglo XVI existia una ermita bajo la advocación de la Santisima Trinidad, a la que acudian, en solemne procesión, el Concejo arandino y númerosos fieles de la zona. Sin embargo, cuando Felipe IV otorgó el título de villa realenga a Fuentespina en 1636, esta se separó de la jurisdicción de Aranda, y el regimiento arandino dejó de acudir a la ermita. No por ello cesó la devoción a la Santisima Trinidad. Asi lo atestigua la magnifica construcción que podemos contrmplar hoy dia.

Declarada Bien de Interés Cultural en 1992, la ermita se yergue con sobrado protagonismo en el paraje que la acoje, muy de acuerdo con el gusto barroco, ya que su aislamiento resalta el juego volumetrico de sus distintos componentes. Se trata de un edificio de planta de cruz latina con una sola nave, camarin y coro alto a los pies.

Al exterior llama la atención la bicromia de los materiales, con el empleo de mampuesto en los muros y silleria en elementos mas concretos, como las cornisas y los marcos de los vanos. El elemento más significativo es la fachada barroca, configurada como un gran telón de fondo del paseo arbolado que precede al edificio. Consta de portada edicular bajo un arco de medio punto, a modo de entrada triunfal, rematada con una espadaña. Cabe señalar, la imagen de la Santisima Trinidad situada en la hornacina, hecha en 1736 por Antonio Gautica de Mendoza. Está concebida de forma rigida y en ella destaca la intensa mirada de Dios Padre, iconografia que se rrepite en el interior del templo.

Sobre la estructura del gran arco triunfal se sitúa un marnifico escudo de 1772 que incorpora la corona real, el toison y las armas de Castill, de León y de Fuentespina, como referencia a su condición de realengo. Su autor es deconocido, pero presenta claras similitudes con la fachada del monasterio  cercano de Santa Maria de la Vid (La Vid y Barrio).

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